Ana María Salazar
FUENTE: El Universal
Al escuchar las declaraciones de las últimas semanas de los gobiernos de México y de EU, me transporto por el sicodélico túnel del tiempo a los 70 y los 80, cuando reinaban los zapatos de plataforma, los pantalones de lycra y la música de ABBA. Como en el pasado, parecería que estos días la relación bilateral se reduce a declaraciones cliché. De hecho, me recuerda una caricatura política de la época, en la que un alto muro separa al Tío Sam de Juan Pueblo y el primero apunta al sur gritando “corrupto” y el segundo le regresa “pin$%# adictos”.
La nueva guerra de palabras empezó en enero, cuando los medios difundieron un documento publicado en noviembre del Comando de Fuerzas Conjuntas de EU, en el que se subraya la posibilidad, aunque remota, de que México y Paquistán se conviertan en “estados fallidos”.
El saliente director de la CIA, Michael Hayden, aseguró que México, por la violencia del crimen organizado, e Irán, por su obsesión de adquirir material nuclear, serían los países que habrían de recibir prioridad en la política exterior de su país.
Funcionarios del actual gobierno estadounidense, ante los cuestionamientos de los legisladores de ese país, han expresado su preocupación de lo que está sucediendo al sur de la frontera. En los últimos días, el director nacional de Inteligencia, Dennis Blair, dijo que debido al crimen organizado el gobierno de México ha perdido control en algunas partes del territorio. Como turrón del pastel de la discordia está la nota de que la revista Forbes enlistó al narcotraficante El Chapo Guzmán entre los hombres más ricos del planeta, y el hecho de que el ex director de la CIA, George Tenet, le pidió a su hijo que no viajara al país.
La reacción del Presidente no se hizo esperar, junto con las de sus secretarios de Gobernación y de Relaciones Exteriores. Estados Unidos debería aprender de la limpieza de instituciones que ha hecho el gobierno de México: la culpa de la violencia es el consumo de drogas y el tráfico de armas. De hecho, el Presidente usó dos foros esta semana, en los que había una importante presencia de empresarios estadounidenses, para lanzar sus acusaciones.
Fue el portavoz del Departamento de Estado, no un secretario de Estado, quien respondió a las acusaciones del Presidente asegurando que “no hay ninguna campaña contra el gobierno de México”, pero aseguró que “ciertamente tenemos preocupaciones sobre violencia en la frontera, no es un secreto”. O sea, que debemos de esperar que continuarán estas “expresiones de preocupación” por parte del vecino.
Más allá de la responsabilidad que debe asumir EU, debido a las adicciones de la población y al hecho de que armas de ese país son utilizadas por los criminales de este país, uno entiende por qué el gobierno de México, particularmente el presidente Felipe Calderón, siente que se está armando un “complot” en su contra, ya que sucede en un momento en el que se le cuestiona políticamente por la eficacia de su estrategia antidrogas.
Además, el país está en la antesala de las elecciones intermedias, para las que los analistas políticos y las encuestas señalan que el PRI va a arrasar, ante la debilidad con que llega el PAN a esta contienda electoral, y la preocupación expresada por los partidos políticos y el mismo IFE de la posibilidad de que dinero del crimen organizado se infiltre en las campañas.
La estrategia de “acusar a los gringos” de algunas problemáticas del país sigue siendo políticamente redituable. De hecho partidos, políticos y representantes de la Iglesia católica salieron a apoyar al Presidente. Lo único malo es que la retórica esté sucediendo en un momento cuando ambos países deberían de estar viviendo una luna de miel, ya que Obama apenas lleva un poco más de 50 días de asumir el poder.
También todo esto sucede a la luz de algunas encuestas preocupantes. En una reciente encuesta de Gallup, la percepción de simpatía de los estadounidenses hacia México ha caído de 74% en 2006 a 51% para 2009, una caída de 23%, una de las caídas más importantes de un país ante la opinión estadounidense, me contó el encuestador Dan Lund en mi programa de radio. En este momento Egipto es más popular que México para los estadounidenses.
Sí, podemos esperar más diálogos entre sordos.
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